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Grupo 7

Construcción de una identidad

Actualizado: 5 nov 2023

Japón Occidentalizado

 

Índice

 

La nueva identidad japonesa - Introducción


El siglo XIX se caracteriza por una fuerte búsqueda de una identidad nacional en todo el mundo. “Las demandas que los Estados imponen a sus ciudadanos han ido aumentando de forma considerable, mientras que la habilidad de los ciudadanos para sustraerse a estas demandas ha disminuido de forma dramática. Por lo tanto, tenemos hoy la necesidad de desarrollar incentivos para que el ciudadano se identifique individual y colectivamente con el Estado.” (Hobsbawm, 1992; 8). La llegada de la modernidad a Europa y América genera una ola de nuevas identidades en regiones fuera de ese centro. Un claro ejemplo de esta búsqueda de diferentes formas de identificación es Japón en la era Meiji, en donde el emperador genera diferentes tipos: una más popular y otra más para élites. Para entender el razonamiento detrás de estas búsquedas es importante contextualizar.

En 1868 llega al poder japonés el Emperador Meiji. Con el nuevo Emperador, Japón entra en una etapa de gran cambio y modernización, con un claro objetivo de convertir al país en una potencia económica mundial. La búsqueda de modernizar Japón está ligado a un conflicto socio-político con China. Ambos países compiten en una ‘guerra fría’ para lograr ser el más avanzado y occidentalizado: ser una potencia mundial a la par de Estados Unidos y ciertos países europeos. Esta modernización y “occidentalización” son característicos del período Meiji. Aparece una búsqueda internacional del conocimiento, una apertura de fronteras para aprender sobre el mundo más allá de Asia. Esto llevó a la creación de escuelas de arquitectura occidentales en Japón.

“La apertura de mercados y relaciones comerciales con [occidente] ha servido de impulso para algunas importantes iniciativas oficiales.” (David Almazán, 2003, 2) A Partir de está apertura, respondida por un mestizaje cultural, sectores de la industria y economía japonesa tomaron un nuevo valor. Lo antiguo se transforma y reivindica, como lo fue en el sector artístico. La xilografía japonesa aparece como forma de propaganda y expresividad del gobierno- Se ve una influencia occidental reflejada en el arte, vestimentas, arquitectura y en avances tecnológicos como trenes y telégrafos, entre otros. Hay autores que deciden dejar de lado la tradición oriental, tomando técnicas completamente occidentales. Hay otros que repudian lo moderno y deciden dedicarse solamente a lo tradicional. Pero la mayoría de los casos muestran un sincretismo de culturas: comienzan a aparecer imágenes con técnicas occidentales (como el óleo), pero con colores y tramas orientales, y viceversa.

La búsqueda de una nueva identidad moderna japonesa se ve reflejada en la arquitectura, con su tecnología, lenguaje y la funcionalidad de los edificios. Es una indagación de parte del gobierno Meiji, pero no es nueva. Históricamente las dinastías que llegaban al gobierno eliminaban referencias a la dinastía anterior. El gobierno Meiji sigue la tradición de los gobiernos anteriores. Buscan generar una nueva identidad japonesa, crear obras occidentales y promover pinturas y técnicas de occidente, para así crear una imagen diferente a los emperadores anteriores. Aquí es donde se ven reflejadas las dos identidades casi opuestas que empieza a construir el gobierno. La identidad moderna popular se ve reflejada con los avances tecnológicos, la llegada del tren y la promoción de la xilografía. La identidad para élites aparece en diferentes edificios y su función (hoteles para visitantes extranjeros, bancos con estéticas clásicas).

Dos claros ejemplos de las identidades que busca construir el emperador Meiji son el Hotel Imperial (de Frank Lloyd Wright) y la Estación de Tokio (de Tatsuno Kingo). Se ven dos arquitectos con ideas diferentes, que construyen diferentes edificios para diferentes funciones, pero ambas coinciden en que crean la identidad que el gobierno les pide. Tatsuno Kingo edifica con estéticas completamente occidentales, ya que fue a estudiar a Europa e importa su conocimiento desde allí. Wright se cría en occidente, pero se encuentra fascinado por oriente, así que construye hibridando ambas maneras de construir y estéticas, diseñando edificios que reflejan ese sincretismo. El Hotel Imperial y la Estación de Tokio, al ser edificios públicos y estatales, funcionan como propaganda de la modernización japonesa hacia todo el mundo, gracias a esta creación de identidad dual de lo más popular y lo más elitista.


 

El lujo y confort llega a oriente: el hotel imperial de Frank Lloyd Wright


El Hotel Imperial de Tokio, diseñado por Frank Lloyd Wright, es una obra arquitectónica que fusiona la visión del arquitecto con la rica tradición japonesa obtenida en muchos de sus viajes. Su construcción se completó en 1923, y el hotel se mantuvo en pie hasta su demolición en 1968. Wright fue comisionado para diseñar este nuevo hotel como una respuesta al crecimiento del desplazamiento de extranjeros en Japón en la época. El desafío era crear una estructura que pudiera alojar y satisfacer las necesidades de una clientela internacional, mientras que mantuviese una profunda conexión con la cultura y la estética japonesa. Wright abordó este desafío con una visión única y una profunda comprensión de ambas culturas.


"Finalmente llegó el alivio, un cambio de escenario, cuando, de inmediato, me llamaron para construir el Hotel Imperial en Tokio, Japón. Un encargo que incluía al arquitecto japonés Yoshitaki y al inteligente gerente del Hotel Imperial, Aisaku Hayashi. Ambos habían dado la vuelta al mundo en busca de un edificio modelo. Llegando al Medio Oeste, vieron las nuevas casas. Se interesaron de inmediato en ellas. Aunque estos edificios no tenían nada de japonés, pensaron que se verían bien en Japón. Así que vinieron al reconstruido Taliesin, Taliesin II, para conocerme". (Wright, 1945, 172.)


Una de las características más distintivas del Hotel Imperial es cómo el diseño del mismo se integra de manera única en el paisaje, “Wright admiraba abiertamente la íntima relación entre la casa japonesa y su jardín, y como han sugerido muchos escritores, este sentido de continuidad con el paisaje es claramente una de las características más importantes que su obra comparte con la arquitectura tradicional japonesa.” (Nute, 1993, 171). Él mismo, en uno de sus libros, explica que "no existía una forma realmente japonesa en sí, pero el conjunto estaba impregnado de unidad. Las crecientes proporciones eran acordes a la mejor tradición japonesa." (Wright, 1970, 331). La influencia de la arquitectura japonesa es evidente en el uso de materiales como la madera y la piedra, así como en la integración de espacios interiores y exteriores. Wright se esforzó por mantener la simplicidad y la elegancia, respetando la esencia de la estética japonesa, que valora la relación con la naturaleza en el diseño.

En el diseño del hotel, esta la torre central, que alberga las habitaciones de huéspedes, recuerda a la estructura de una pagoda. “Originariamente las divinidades japonesas no tenían unos templos propios en que habitar. Los dioses del panteísmo primitivo tenían su morada en cualquier lugar de la naturaleza; podían habitar en donde más les gustase. Pero esas divinidades escogían frecuentemente, como sitios más apropiados para morar, [...]. Pero, en realidad, existieron edificios, que ponían de manifiesto una estructura y una belleza únicas”. (Hiroshi, 1968). Este elemento arquitectónico no solo es estético sino también funcional, ya que permite una vista panorámica de Tokio y se convierte en un punto focal de la estructura.


En este gif podemos observar en su totalidad los componentes que caracterizan al hotel, desde su materialidad hasta su estructura.


El hotel se convirtió en un punto de encuentro donde las culturas se entrelazaron. Así es como, “el nuevo Hotel Imperial, entonces, fue concebido por Wright para no ser completamente japonés ni completamente occidental, sino más bien un mundo en sí mismo, un lugar único donde los locales y los extranjeros podían encontrarse en igualdad de condiciones.” (Wright, 1938, 225). Se genera un enfoque orgánico en el edificio, logrando que la construcción se mimetice con el entorno, reflejando los paisajes que lo rodean. Wright genera terrazas y grandes ventanales que miran hacia el monte Fuji y el lago Ashinoko como parte de la búsqueda orgánica. El arquitecto importa conceptos de las Prairie Houses, como las líneas horizontales y su geometría, logrando destacar al edificio por más razones que simplemente ser una mezcla de conceptos. Se genera una fusión armoniosa entre los estilos arquitectónicos.

Es importante destacar que Wright incorpora elementos tradicionales japoneses como comodidades y tecnologías occidentales en el Hotel Imperial. Aparece la calefacción y ventilación como comodidades del edificio, elementos que no se utilizaban de la misma manera o en la misma escala en Japón que en Estados Unidos. De los elementos tradicionales, las puertas y los divisores corredizos son los más interesantes. Se generan espacios flexibles, concepto puramente japonés tradicional. En Estados Unidos aparece mucha arquitectura muraria, poco flexible, pero Wright incorpora estos elementos corredizos para darle diferentes usos a los espacios dependiendo de quienes los habiten. Además, usa techos de paja y columnas de madera, generando una conexión visual y simbólica con los materiales tradicionales de la región. Todo lleva a una coexistencia con mucho valor estético, ya que el edificio no se asemeja a un rompecabezas al que le faltan piezas, sino a un mosaico de pedazos de cristal.

Wright en el mismo libro habría declarado: "Un mundo en sí mismo comenzó a tomar forma en ese edificio de transición..." (p.224). Sus huéspedes internacionales experimentaron una arquitectura que fusiona lo familiar con lo exótico. Los elementos japoneses, como los jardines zen y la influencia de las casas tradicionales japonesas, se mezclaron con la comodidad y el lujo occidental. Este enfoque único crea una experiencia culturalmente rica para los visitantes. Además de su diseño arquitectónico, el Hotel Imperial también sirve como un centro de intercambio cultural. Alberga a visitantes de todo el mundo, desde turistas y diplomáticos hasta figuras culturales destacadas. Los espacios del hotel se utilizan para eventos culturales y sociales que promueven la comprensión y el intercambio entre culturas.

Este edificio se mantiene como un ejemplo sobresaliente de cómo la arquitectura puede actuar como un puente entre culturas. Aquí es donde se manifiesta la hospitalidad, a partir de la experimentación de una combinación de comodidades occidentales y la hospitalidad japonesa, conocida como "omotenashi” (proveniente del corazón). La visión de Wright de crear un lugar que fuera simultáneamente japonés y occidental logró una síntesis arquitectónica única.

Es así como el Hotel Imperial al igual que, por cercanía y esencia, la estación de Tokio, representan la fusión de la arquitectura occidental con elementos tradicionales japoneses, lo que los convierte en un testimonio del período de cambio y transformación en la historia de Japón. "Ningún extranjero invitado a Japón había renunciado a sus tradiciones en presencia de los japoneses. Cuando los extranjeros llegaban, lo que traían consigo desde sus lugares de origen también llegaba, fuera apropiado o no, y los japoneses, corteses y humildes como eran, aceptaban la ofrenda y se maravillaban. Las tradiciones de las bellas artes japonesas se encuentran entre las más nobles y puras en este mundo, otorgando el debido crédito a sus orígenes chinos. Mi instinto era no insultarlas." (Wright, 1977, 237.) Ambos espacios de confluencia y fluidez de personas extranjeras son hitos arquitectónicos donde invitan a la reunión e intercambio cultural de los mismos.

La transición de Japón de un sistema feudal a una nación industrializada comenzó en la Era Meiji. Durante este período, Japón experimentó una serie de reformas políticas, económicas y culturales bajo el liderazgo del emperador Meiji. Esto incluyó la abolición del sistema de dominio feudal, la promulgación de una nueva constitución y la adopción de políticas de modernización.El Hotel Imperial de Tokio se convirtió en un símbolo de la modernización y occidentalización de Japón. Su arquitectura y su estatus como un lugar de encuentro para figuras importantes contribuyeron a la percepción de Japón como una nación industrializada y moderna en ese período. Así es como, la Era Meiji también marcó un período en el que Japón se abrió al mundo occidental y adoptó ideas y tecnologías occidentales. Esto tuvo un impacto significativo en la arquitectura japonesa, ya que se produjo una fusión de estilos arquitectónicos tradicionales japoneses con elementos y técnicas occidentales.



 

La popular forma de conexión con el mundo: la estación de tren de Tokio de Tatsuno Kingo.


La llegada del tren a Japón marcó una nueva e innovadora forma de transporte, en comparación a la que existía hasta ese momento. El tren en sí y su estación, son claras influencias “importadas” de Europa. Su maquinaria y materialidad metálica no se encontraban en este país, previo a esta llegada revolucionaria. El primer ferrocarril japonés de 1872 viajaba desde Shimbashi hasta Yokohama. Una vez que se lo incorpora en el sistema de transporte japonés, los servicios se empezaron a expandir hacia el norte y sudoeste. Durante este período de cambio y mestizaje con las grandes potencias, “Tokio también se caracterizaba como una de las ciudades que se encontraba en el centro de un rápido cambio y expansión, y la necesidad por tener una ferrovía que conecte el norte con el suroeste, cada vez era mayor.” (Masahiko Nakai, 2013, 1).

Estampa japonesa de la estación Shimbashi de Tokio 1875


Un caso interesante sobre cómo la cultura occidental comienza a invadir la japonesa es la Estación de Tokio. Fue construida por Tatsuno Kingo (1854-1919), a quien se lo describe como el “padre de la arquitectura japonesa moderna”. Al realizar viajes por occidente, Kingo estudió de cerca la arquitectura occidental para luego llevar este conocimiento a Japón y aplicarlo en sus obras. La estación de Tokio, tanto por su estructura como por su materialidad, representa el estilo europeo de la arquitectura que se desarrolló en el período Meiji gracias a la mencionada apertura de Japón al mundo que permitió intercambios culturales. Es un claro ejemplo de cómo un edificio puede dialogar con occidente con su estética y su funcionalidad. Antes de la llegada del tren a Japón no era necesario construir estaciones ferroviarias. Éstas comienzan a aparecer después de 1872 para conectar el país con vías de tren, y la más importante de ellas toma un lenguaje europeo.

La Estación de Tokio se inaugura en 1914 y fue previamente llamada “Estación central” durante su etapa de construcción. Simboliza uno de los centros de la red ferroviaria nacional en Japón más importantes, contribuyendo al desarrollo del distrito comercial circundante, que funciona como el centro de Tokio. Por más que ésta estación fue construida por un arquitecto japonés, los hombres que hicieron los primeros esquemas fueron dos ingenieros alemanes, Franz Baltzer y Hermann Rumshottel. En 1903 Kingo retoma lo proyectado por los europeos y desarrolla en su totalidad la estación. Se la considera central ya que está ubicada en la capital del Japón Meiji y adopta un lenguaje europeo. La fachada es recubierta por ladrillos, predomina una dimensión horizontal y aparecen cúpulas para el ingreso de luz y demostrar la importancia del edificio para el gobierno japonés.


Estampa japonesa de la estación de Tokio 1919


Si se realiza un análisis más arquitectónico, ésta edificación arquitectónica occidental, rodeada de su entorno oriental, muestra en todas sus fachadas, tanto en forma y materialidad, la total influencia de occidente en oriente. Para comenzar, a simple vista se identifican domos, estructuras de carácter renacentista religiosas. Si se la observa con ojos occidentales, se infiere que esos domos, o cúpulas, demuestran la relevancia de la Estación dentro de Tokio. Además, marcan las entradas o los espacios más importantes del edificio. A diferencia de las construcciones japonesas, las cuales son edificaciones que conviven con la naturaleza y transmiten paz y armonía, la estación occidental es totalmente lo contrario. Es un elemento con una escala inmensa, orden simétrico y materiales macizos. No se mimetiza con su entorno, no genera visuales amplias hacia algún atractivo de la naturaleza. El lenguaje del edificio es un reflejo casi perfecto de los edificios renacentistas o barrocos europeos, aunque la fachada está recubierta por ladrillos.

Haciendo énfasis en un orden de jerarquía desde el interior hacia el exterior, primero se encuentra un gran esqueleto estructural de hierro. Se utilizan perfiles metálicos originarios de Inglaterra en el siglo XVIII. En su interior se encuentran varias cúpulas las cuales son formadas y sostenidas por columnas y arreglos metálicos combinados con vidrio, material compañero del hierro inglés. Además, los pisos que recorren está obra son cerámicos occidentales y los colores que se usan en el interior de la edificación varían entre tonalidades más cálidas, como tonos amarillentos desaturados propio de este tipo de edificaciones. Esto logra un gran contraste con la arquitectura japonés de la época, ya que la mayoría de las estructuras tradicionales utilizaban madera.


Primeras tres fotografías son de los comienzos de la estación luego de su apertura. Últimas tres fotografías son recientes. Como se encuentra la obra hoy en día luego de las reformas que paso la estación a lo largo de los años.


Dejando por un momento de lado el análisis arquitectónico de está obra, cada una de estas cuestiones mencionadas están ligadas a conceptos como el de la regionalidad. Este concepto se empieza a hablar a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX por Lewis Mumford en “The theory and practice of regionalism”.(1928), luego retomado por Kenneth Frampton quien trabaja con Liane Lefaivre y Alexander Tzonis. El su obra de "Hacia un regionalismo crítico: seis puntos para una arquitectura de resistencia"(1983) Frampton habla sobre la regionalización crítica, "El regionalismo crítico podría definirse como la meditada conciencia de un lugar que busca expresarse a través de la construcción de un edificio, aunque siempre relacionado con un contexto social particular." A lo largo del texto mencionado, este autor hace hincapié en la importancia de este enfoque más profundo y reflexivo que busca una síntesis entre la autenticidad y la crítica de las tradiciones regionales, buscando una arquitectura que sea sensible a su contexto local y cultural, pero al mismo tiempo cuestiona las limitaciones y problemáticas de esa herencia regional. Este concepto se opone a lo realizado en la estación de tren de Tokio, ya que, lo que se construye en territorio oriental, es de carácter occidental.

Si se toman las ideas propuestas por este autor, la estación tendría que responder a su lugar de implantación, materialidad regional, forma de construcción tradicional y un todo que represente Japón o que por lo menos lo respete.

Es particular como en el siglo XIX, momento donde se construyó dicha obra, surge este nuevo enfoque de la arquitectura donde varios arquitecto renombrados, como Alvar Aalto, Jørn Utzon, Álvaro Siza, y más tarde la de Louis Barragán y Carlos Ruis Villanueva, implementan está mirada promoviendo "una sensibilidad táctil", haciendo hincapié en el valor experiencial del lugar. Cualquiera de las obras de estos arquitectos en comparación con la estación de Tokio, no parecen ser contemporáneas a nivel conceptual. Mientras que en el mundo occidental se empieza a hablar de está sensibilidad al proyectar, oriente importa arquitectura de occidente, en ciertos casos, sin agregar ningún objeto que haga alusión del lugar donde se sitúa, no es el caso de la estación ya que Tatsuno Kingo agrega breves ornamentaciones japonesas tradicionales.

Retomando el análisis, en la parte exterior de la obra los materiales predominantes son el ladrillo y la piedra. ambos de connotación occidental principalmente el ladrillo ya que fue creado el territorio occidental. Ante la apertura de Japón, productores japoneses, generalmente de cerámicos, crearon una producción local de este material en Japón ya que era viable pero por más que el ladrillo sea de un productor japonés, su esencia sigue siendo europea.


Edificio histórico de la estación de Tokio


Siguiendo el análisis externo de la obra, Tatsuno Kingo emplea una estructura simétrica, con una gran cúpula central y dos torres en los extremos. La cúpula central es un elemento arquitectónico distintivo es cual sirve de punto focal. Las torres que se encuentran debajo de los domos llevan relojes y elementos decorativos, elemento ornamental occidental. Al utilizar este tipo de materiales, la obra da una sensación de solidez y de empoderamiento. Por más que la obra está rodeada y formada por puros elementos de origen occidental, Tatsuno Kingo incorpora elementos característicos de la arquitectura japonesa. Esto se ve reflejado en los detalles ornamentales como las tejas japonesas y las celosías de madera, que añaden toques a la estructura.

Primera foto de 1911, obra en construcción donde se aprecia el esqueleto estructural metálico. Segunda foto de 1914, día de apertura.


Nuevamente, la simetría, las cúpulas, el ladrillo y los elementos decorativos no se encontraban en Japón hasta ese entonces. ¿Por qué Japón toma una postura firme de crear una identidad nueva que no le pertenece? Debido a está gran apertura al mundo exterior e importar culturas y estilos, Japón se olvida o mejor dicho de obliga a crear algo nuevo, distinto, mostrar está nueva etapa y lo que conlleva. "El regionalismo crítico podría considerarse como una lucha por la resistencia a una supuesta homogeneización universal que estaba ocurriendo en la arquitectura." Una vez más se deja en evidente que el mundo externo a Japón está en búsqueda de una sensibilidad, pero oriente se centra en atraer al turista, mediante propagandas como lo fueron las estampas japonesas. Su objetivo es traer al mundo a oriente y ser como ellos.

Cabe señalar que la estación de Tokio sufrió varias transformaciones y restauraciones a lo largo de los años, cómo después de la Segunda Guerra Mundial. También se realizó una restauración pero se preservó gran parte de su diseño original, conservando su importancia histórica y arquitectónica. Su última restauración fue en 2012 donde el mayor cambio lo padeció la partes superiores de las fachadas. Siempre preservando su estilo occidental.

En este gif podemos observar en su totalidad los componentes que caracterizan a la estación de Tokio, desde su materialidad, su estructura hasta sus restauraciones.


 

Identidad dual - Conclusión

La identidad es la base de toda construcción social moderna en las ciudades. Hace y deshace sociedades y las maneras en las que las personas se relacionan con el espacio. No es menor que en el siglo XIX esté marcado por búsquedas y construcciones de identidad a lo largo de todo el mundo. Los países más asentados en el eurocentrismo no necesitan construirla desde cero, simplemente tienen que reforzarla para que se mantenga firme. Aquellos fuera de ese eurocentrismo son responsables de hacer tabla rasa, crearla ladrillo por ladrillo; generar una identidad que fuera aceptada tanto por sus ciudadanos como por el mundo occidental. Esta decisión consciente del gobierno de crear una nueva identidad para poder pertenecer al mundo eurocentrista comienza a afectar todos los aspectos de la vida cotidiana de los ciudadanos, pero la elección de tomar esa identidad o no queda en las manos de las personas. “La gente opta por pertenecer a un grupo de identidad, pero se trata de una elección basada en la convicción, defendida con vigor y concebida con esmero” (Hobsbawm, 1983; 116).

Japón es un claro ejemplo de cómo se construye una identidad moderna occidentalizada del país en manos del Emperador Meiji. Esto se ve reflejado específicamente en la arquitectura de la época. Las formas tradicionales de construcción, la estética japonesa antigua, ceden ante la presión de la modernidad. Hay casos en los que se logra un mestizaje de los estilos, buscando aparentar más atractivos para el público japonés para que no genere choques en la sociedad. El Hotel Imperial de Frank Lloyd Wright es un claro ejemplo de este cruce entre culturas, aunque no haya sido un edificio para el público japonés sino para élites. En otros casos, la estética importada sobrepasa la tradicional japonesa y el edificio toma una forma completamente occidental- como es el caso de la Estación de Tokio. Este edificio está pensado para el público, para que se vea como publicidad para los ciudadanos japoneses. Ambas construcciones son maneras de incorporar lo occidental en Japón, formas de construir esta nueva identidad.

Esta identidad que crea el gobierno Meiji toma todos los aspectos de la arquitectura. Sin embargo, se puede ver que esta construcción queda en la superficie: hay edificios y propagandas que apuntan a convencer a la sociedad de que tiene que ser occidental, pero la esencia de la población no cambia. El corazón japonés late aunque se le coloque una máscara occidental. “El hecho de que los asimilados acepten una nueva identidad no necesariamente significa que nieguen la antigua” (Hobsbawm, 1992; 11). Japón comienza a tornarse moderno, toma conceptos e ideas occidentales, pero su cultura continúa siendo fuerte, no deja que lo europeo invada y erradique el núcleo de la sociedad.


 

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