Adopción propagandística
En el período barroco en Roma, las fuentes desempeñaron un papel crucial en la resignificación del espacio urbano y en la reinstauración del poder de la Iglesia Católica. Las fuentes fueron muy importantes en el período barroco de Roma en cuanto a la redefinición de los límites de la ciudad y la restauración de la autoridad de la Iglesia Católica. Estas creaciones escultóricas y arquitectónicas se utilizaron como herramientas de propaganda religiosa, transmitiendo mensajes alegóricos y simbólicos que enfatizaban el dominio de la Iglesia sobre la sociedad y exaltaban su autoridad. Las fuentes barrocas de Roma se construyeron como monumentos a la grandeza de la fe católica y para reafirmar la centralidad de la Iglesia en la vida cotidiana romana a través de la combinación de elementos arquitectónicos, escultóricos y simbólicos.
Así también, los ingresos que estas fuentes aportaron de los viajes religiosos impulsaron la economía de la Iglesia y ayudaron a extender su influencia más allá de los límites de Roma. Las historias y testimonios de la grandeza de la Iglesia que los visitantes trajeron con ellos impulsaron su reputación y estatura a los ojos del mundo.
“[…] era indispensable que la educación la educación religiosa fuera ampliamente desarrollada, ya sea desde el panto de vista de la "Propaganda Fide”, de reforzar la fe, […] para que en el ámbito de esta comunidad cuya unidad se quería defender no existieran contradicciones demasiado grandes.” (Argan – “La concepción urbanística y arquitectónica de Bernini”, Pág. 52)
El agua fue significativa en el simbolismo de la concepción barroca. Fue considerado como un elemento purificador y conectado con el renacimiento espiritual. Las fuentes eran lugares donde el agua fluía continuamente, y este flujo se veía como una metáfora de la gracia divina y el renacimiento espiritual. En Roma, las fuentes evolucionaron hasta convertirse en lugares de reunión donde los fieles podían participar en prácticas sacramentales de reflexión y purificación.
Estas fuentes eran visibles y destacaban la autoridad eclesiástica ya que se ubicaban en importantes plazas y núcleos urbanos notables. Las fuentes barrocas en Roma combinaban la arquitectura y la escultura de manera integral, lo cual se representaban con frecuencia alegorías religiosas, personajes bíblicos y símbolos papales, destacando el poder de la Iglesia y su lugar crucial en la sociedad. Con ellos se realizaba propaganda y persuasión religiosa. Estas piezas fueron creadas con la intención de impresionar a los espectadores y evocar fuertes sentimientos en ellos. Al transmitir la idea de que la Iglesia Católica era una institución fuerte y divina, la magnificencia de las fuentes barrocas pretendía aumentar la fe de los devotos y atraer a los no creyentes.
“Los cambios más destacados y tangibles provocados por el suministro de agua dulce fueron las fuentes ornamentales que adornaban las calles y plazas de Roma, […]. Impresionaron a los dignatarios y peregrinos visitantes, aumentaron el prestigio de la ciudad y pulieron la reputación de los papas que los habían patrocinado y los nobles cuyos palacios los rodeaban.” (Katherine Rinne – “Trickle Down: Water in Late Sixteenth- and Seventeenth-Century Rome”, Pág.197-Traducción propia)