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Al finalizar el período Edo (1603-1868), Japón comienza una nueva etapa, la Era Meiji (1868-1912). Dicha época es conocida como una etapa de gran cambio y modernización. Esto es gracias al emperador Meiji quien tuvo como objetivo convertir a Japón en una potencia económica mundial. Japón transcurre por un período de modernización y “occidentalización” ya que dentro de los grandes cambios que ocurren en estos años, uno de ellos fue la búsqueda internacional del conocimiento donde Japón abre sus fronteras para aprender sobre el mundo exterior, principalmente Europa y América.
A partir de estas nuevas relaciones tanto Japón como Occidente empiezan a intercambiar conocimiento. Es así que en Japón podemos ver la influencia de Occidente. Esto se ve reflejado en el arte, lo cotidiano como las vestimentas y en la arquitectura. Nosotros haremos foco en tres escalas, ciudad, fragmento y obra. Para el caso de ciudad usaremos como ejemplo Tokio, el fragmento nos enfocamos en la ciudad Ginza y como última utilizando como referente el “Edificio de Ministerio de Justicia” (1895).
En la era Meiji, Tokio pasa a ser la nueva capital del emperador. Su capital anterior fue Kyoto. El nombre original de Tokio fue Edo, nombrado en el período Edo, pero al cambiar de emperador el nuevo nombre de está ciudad significaba “capital del este” el cual establece ya en su nombre cuál iba a ser su destino.
Como segundo enfoque, la ciudad de Ginza. Creada en el período Edo, sufrió un incendio en 1872 lo cual se utilizó como impulso para crear una nueva ciudad desde cero con los ideales del emperador Meiji. Se decidió impulsar la modernización japonesa creando este nuevo distrito de estilo occidental para impresionar a los países y potencias extranjeras. Fue planificada como “propaganda occidental” dentro de Japón, creada con materiales occidentales.
Como tercer caso de estudio analizaremos la influencia de occidente en Japón haciendo foco con el edificio del Ministerio de Justicia, en Tokio. El edificio neo-barroco fue diseñado por los arquitectos de Berlín Hermann Ende y Wilhelm Böckmann, y terminada en 1895. Ambos arquitectos de nacionalidad alemana, este último trabajó brevemente como asesor extranjero del gobierno del período Meiji en Japón mientras que Ende también fue conocido por sus trabajos realizados en Japón. Está obra está construida con materiales como el ladrillos de Fukaya, fábrica de ladrillos japonesa originalmente de la aldea de Hanzawa. Dicha fábrica existía desde la era Edo (1603–1868) mediante la creación de azulejos de cerámica pero a partir de la apertura de Japón al mundo está empresa empezó a considerar que la arcilla local produciría también ladrillos de alta calidad como los que ya existían en occidente. El dueño de este lugar llevó su idea de construir una fábrica de ladrillos mecanizada al Gobierno y obtuvo el visto bueno para crear la Compañía de Ladrillos de Japón en 1887.
El lenguaje moderno de Japón, esta nueva identidad Meiji, no queda solo en la arquitectura y el urbanismo, sino que aparece en el arte, en especial en las pinturas. Se genera un arte moderno: el arte de estilo occidental terminó de aclimatarse en Japón y fue adquiriendo características propias al ser asimilado por los artistas japoneses, y el mismo arte de estilo tradicional japonés adquirió nuevos valores y se renovó por completo al asimilar las nuevas técnicas llegadas de Occidente. Durante el período Edo, Japón permaneció cerrado al mundo occidental, salvo con Holanda, con quienes se estableció una relación de comercio de objetos. Esta interacción entre distintas culturas influyó a varios artistas, uno de ellos fue Shiba Kokan, quien estudió y experimentó distintas técnicas de la escuela de pintura de Nagasaki. Shiba Kōkan fue un pintor y grabador japonés del período Edo , famoso tanto por sus pinturas yōga de estilo occidental , como en imitación de estilos, métodos y temas de pintura al óleo holandesa. Se le atribuye haber introducido la perspectiva occidental en la pintura japonesa, así como haber adoptado técnicas de grabado europeas en su obra.
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